lunes, 21 de febrero de 2011

El salario mínimo pasó a ser "un dato" y "dejo de cumplir su verdadera sentido", reconoció el Dr. José Luis de la Cruz Gallegos, Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, Estado de México. Por: EDUARDO VILLEGAS ORDAZ


Hablar del salario mínimo hoy en día en México es concluir que “ni constitucionalmente ni tampoco ante acuerdos y convenios internacionales” cumple ya su función para el que fue creado; sin embargo, “tampoco puede desaparecer mientras no surjan alternativas y queda en las autoridades se haga cumplir su verdadero sentido”, valoró el Dr. José Luis de la Cruz Gallegos, Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.

Para la situación actual de la economía en nuestro país, los salarios mínimos pasaron a ser “un dato” para medirla. Desde hace muchos años, dejaron escapar su “real sentido”, por lo que el 4.1 por ciento en que se incrementaron para este 2011, no proporciona “alternativas ante la situación critica del mercado interno”, explica el académico del Tecnológico de Monterrey.

Mirando en retrospectiva, desde los años 70`s y hasta la fecha –según De la Cruz Gallegos-, el empleo paso a ser inexistente y “causa de migración, informalidad y vía de escape también para las actividades ilegales”; la situación en cuanto a salarios no es mejor, “ya que hoy se ganan 25 centavos de cada peso de aquellos días con mayor esfuerzo, sin seguridad social, además de un incremento significativo de la pobreza”.

Por lo tanto –continúa-, si desde hace 30 años no hay empleo o lo hay pero con ingreso muy bajos, se puede afirmar que en México el salario mínimo “es ya una mera referencia, un dato”.

Si es una “referencia o no” el salario mínimo, su vigencia “no está para decir que nadie lo gane” en el presente. “Hay casi 6 millones de personas que lo ganan; peor aún, hay 2 millones que no lo ganan, y hay hasta 16 millones de personas que apenas ganan dos mini-percepciones de acuerdo con cifras del INEGI”. La triste realidad del salario mínimo “es que hay personas que perciben menos de eso por su trabajo”, reconoce.

En el aspecto social, “al perder su sentido constitucional (ingreso suficiente para el trabajador y su familia), el mismo salario mínimo pasó a debilitarse si tomamos en cuenta que 28.5 millones de personas trabajan sin seguridad social y 13 millones lo hacen sin reconocimiento laboral legal”, agregó.

La “referencia” del salario mínimo revela ante las autoridades que el ámbito laboral en México “es mucho más” precario, y que “no se cumple la legislación laboral”, menos los preceptos constitucionales, y aún los convenios que en materia internacional el país tiene firmados. Este es su “escenario” en la actualidad.

¿DEBE DESAPARECER?

Sin embargo, desaparecer al salario mínimo no es la solución al problema de su aplicación.

En este sentido, el Dr. José Luis de la Cruz, sostiene que si en la constitución y, según la Organización Internacional del Trabajo, el salario mínimo “debe ofrecer una vida digna al trabajador y su familia”, aunque la realidad describa “que no ofrece los satisfactores mínimos”, mientras “no se tenga otra alternativa no debe desaparecer”.

En la medida en que la historia marcó al salario mínimo, ya sea aquí o en el extranjero, por que la constitución o los tratados internacionales dejaron poco a poco de aplicarse, éste perdió “su sentido” social.

El no ejercer factor legal en el ámbito del trabajo permitió que el salario mínimo pasará a ser “una referencia” que al mismo tiempo, “ya no lograr medir por completo” la realidad laboral.

Es por eso que en la actualidad, las autoridades del trabajo y las económicas “deben obligar a cumplir el valor del salario mínimo cuando una empresa no lo retribuye como debe ser y reponer su sentido social para recuperar su lógica al aplicarlo, con lo que deja de ser una simple referencia”, recomendó.

¿TIENE FUTURO?
Definitivamente, al salario mínimo ya no se le puede entender del pasado al presente, mas bien, a partir de este momento para con el futuro.

Cuando el mundo está presentado crisis en Europa y Estados Unidos, principalmente, y el empleo es uno de los sectores que más se ve afectado al mirar para adelante en el tiempo, el salario, aunque sea el mínimo, como se debe de proyectar.

Para el Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México, la respuesta está “en la medida en que éste pueda lograr un mayor nivel del que tienen y en qué verlo aplicado”.

Si en este país “tenemos a más de 50 millones de mexicanos en la pobreza, y si en situación de crisis, hay 23 millones de pobres más, según cifras macroeconómicas, puede ser entonces el salario mínimo el instrumento para sacar a esa gente de la marginalidad”.

¿Cómo sería esto?, se le pregunta. Su respuesta es que “si la política social del gobierno no es suficiente para combatir a la pobreza, y el sector privado, por lo menos el de las grandes empresas, se abocará a destinar una parte de sus ganancias a la generación del empleo y un buen salario mínimo remunerativo, así se daría un mejor combate a la pobreza”. El planteamiento, entonces, es una mejor distribución de la riqueza desde los sectores privados y públicos.

“Esto es posible –cuestiona-, la respuesta es sí”.

Aunque advierte que “el camino no es aplicar una política asistencialista. Pero tampoco que las empresas incrementen el empleo a partir del sacrificio del mismo y los salarios. Deben ser empleos y salarios que cubran de forma efectiva el nivel de vida de los trabajadores. Es la mejor manera de fortalecer el mercado interno, sin duda alguna”, enfatizó.

CAMBIO Y LIDERAZGO

Por su puesto que el salario mínimo tiene que dejar ya su política de simulación y constatar su efectividad en la actuación misma de los sectores productivos.

Al pasar a revisar su actuación, “se necesita en ellos un cambio y liderazgo, un pacto, para redistribuir la riqueza”, apuesta de la Cruz Gallegos.

Los sectores productivos “deben negociar un pacto” en donde las partes “tienen que ceder algo de las ganancias a favor de un incremento salarial”. Los empresarios “tendrían que comprometerse a que la disminución impositiva que se pueda lograr, se canalice entonces a los salarios, pero sin que ello provoque inflación, y por su parte, el gobierno disminuya su gasto corriente y tamaño”. Atendiendo a los sindicatos, “en la revisiones contractuales generar “equilibrios” entre la productividad y los incrementos salariales y las demandas laborales.

“Son los grupos de poder político los que deben estar dispuestos en la búsqueda de un cambio y liderazgo en el ámbito laboral que permita un pacto de equilibrio”, así el salario, el mínimo, será una inversión, aclaró.

Entonces –para concluir-, “no debemos olvidar que en términos generales, son el empleo y el salario las variables que unen las cifras macroeconómicas con una realidad social, con el bienestar de las personas”. Si las variables de empleo y salario “no funcionan de manera adecuada, la vida real de los mexicanos no será viable por muchos resultados que se obtengan a través de referentes macroeconómicos” como lo es hoy en día el salario mínimo.

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